Nuevos compromisos y desafíos

Abstract

Según Arturo Jauretche una de las más célebres zonceras criollas aseguraba que “el mal de la Argentina es su extensión”, en referencia a que la enorme amplitud geográfica de nuestro país suponía un obstáculo para las urgencias del avance civilizador en los momentos fundacionales de la Patria. La frase llevaba implícita la idea de la conveniencia de achicar el espacio del país, replegarse en la región pampeana, y concentrar ahí todos los esfuerzos. Lejos de la zoncera y cerca de Don Arturo, a nuestros productores de mayor edad, aún hoy es habitual escucharles decir entre charlas y mates compartidos con extensionistas, que en los pueblos del interior además de la iglesia, la municipalidad y la comisaría, seguro había también “un INTA”. Y de paso suelen recordar al Jefe de Agencia como una figura casi mítica que en los actos protocolares se codeaba con el cura, el comisario y el intendente, entre otras personalidades del poder local. Esta imagen tiene una muy fuerte carga simbólica. Por un lado, nos habla de la percepción de una institución de alcance nacional, que a modo de red (cuando la red no era otra cosa que una red) tenía presencia en todo el país y se vinculaba de forma directa con los hombres y mujeres de ese territorio (cuando el territorio no era otra cosa que un territorio), en particular con los productores agropecuarios (cuando aún no eran actores sino simplemente productores agropecuarios). Por otro lado, nos cuenta de una institución que estaba allí no para ocuparse de los asuntos de religión, ni del cumplimiento de la ley, ni del funcionamiento de la comuna local. INTA representaba la avanzada de la modernidad que venía a instalarse en el agro. La idea de que lo moderno remplazaba lo tradicional. De que la transferencia de nuevos conocimientos era el camino en aquella oportunidad. Y de que las agencias de extensión personificaban ese salto hacia el progreso que se anhelaba en cada pueblo. Pasaron varias décadas y algunos de esos viejos productores ya no están, otros dejaron la actividad, y otros menos y nuevos hicieron su aparición. Las políticas económicas cambiaron más de una vez. Los modelos de trabajo con los agricultores se cuestionaron y revisaron. Los paradigmas que enmarcan a la sociedad tambalean y otros intentan ocupar su lugar. Y las agencias de extensión vuelven a tener presencia en todo el país. En este contexto se acaba de inaugurar un edificio propio de la Agencia de Extensión Rural Valle Medio, en un territorio con características particulares en la Región Norpatagónica.